Logotipos sacados de Google, usar Comic Sans como tipografía, querer agradarle a todo el mundo… Hay muchas equivocaciones que se pueden cometer durante el proceso de creación y gestión de una marca. Sin embargo, algunos de estos errores son más comunes de lo que se piensa en los trabajos de branding. Aquí hay una lista de unos cuantos:
Un naming defectuoso o poco adaptable
Es muy común que al momento de poner un nombre no se le tome tanta importancia como al apartado visual. También es muy común en las PYMEs que para el nombre no se invierta nada y simplemente se tome un nombre aleatorio, a veces nada relacionado con la empresa.
Más allá de los errores obvios, hay unos un poco menos perceptibles pero igual de importantes. Por ejemplo, no tomar en cuenta los diferentes contextos en los que un nombre puede desenvolverse, con el fin de que este pueda adaptarse correctamente sin deformar su significado. Muchos nombres tienen sentido al principio, pero al trasladarse, fallan.
Por otro lado, el nombre no solo debe ser creativo, si no también fácil de recordar y pronunciar para que sea reconocible. Un nombre rimbombante en idioma antiguo, aunque suene muy interesante, puede no ser la mejor opción. ‘‘Apéritifs et délices de Doña Juana’’ podría no ser tan fácil de recordar. Cuando pensamos en errores comunes dentro del branding, definitivamente este es uno de los principales.
No definir el público objetivo
‘’Si intentas venderle a todo el mundo, al final, terminarás no vendiéndole a nadie’’
Nunca había tenido tanta razón una frase como esta. El mercado es muy amplio y diverso, existen demasiados segmentos a los que una empresa puede apuntar con su marca. Sin embargo, no todo lo que existe dentro del mercado es su segmento, y es muy importante saber a cuál se dirige al momento de realizar cualquier trabajo.
Es cierto que si la empresa no lo tiene bien definido, desde allí algo anda mal, sin embargo, es parte de los servicios que se pueden ofrecer: El asesoramiento en materia de branding y, de ser posible, hasta de marketing. Una marca no puede ignorar a qué público se dirige, sobre todo porque de ello depende todo lo demás que se quiera realizar.
Logotipo, tipografía, paleta de colores, identidad verbal… Todo está relacionado con el mercado meta. Un trabajo de branding bien hecho requiere tener presente esta dirección tan importante. Si no, ninguna estrategia que se implemente podrá posicionar adecuadamente a la marca.
Poca coherencia de marca
Ok, se tiene ya todo listo: Un logotipo, un nombre, una identidad visual, un tono de comunicación, un segmento meta… ¿Qué más puede salir mal? Otro de los errores comunes en branding es no consolidar todas las estrategias hacia un objetivo prioritario. Se pueden tener todos los elementos para crear una marca, y aún así no llegar a posicionarse.
Esto suele suceder porque esos elementos no están en una misma sintonía, incluso puede ser que hayan sido hechos por separado, sin tener en cuenta que una marca es un todo. Un gran ejemplo es cuando se le invierte a un logotipo y un nombre, pero no a la identidad visual. Podría ser que los colores, trazos, tipografía y demás elementos visuales no transmitan lo que se quiso transmitir con el logotipo y el nombre de la marca.
No respetar la esencia
Si se tiene definida la identidad corporativa, esta necesita verse reflejada en el branding de su marca. Cada empresa trabaja por conseguir sus diferenciadores, por lo que se hace necesario respetarlos. Para esto muchas veces se utiliza un manual de marca, que es como una guía donde se hallan los lineamientos a seguir en la elaboración de cualquier elemento gráfico o verbal de la marca.
Sin embargo, muchas veces este manual es inexistente, por lo que no se tienen directrices claras. Esto casi siempre ocasiona que la marca trabaje ‘‘conforme a la marcha’’, pudiendo perder parte de su esencia en el proceso. De esto hay varios ejemplos, como cuando se mezclan la ideología del emprendedor con la filosofía y proceder de su empresa. Aunque es cierto que una empresa tiene su corazón en su gente, las marcas son un ente propio, una identidad la cual debe actuar de manera coherente a su propia esencia.
Una marca poco estable
Una marca necesita adaptarse a los nuevos tiempos y cambiar cuando es necesario. Sin embargo, hay cosas que no se deberían cambiar tan seguido. El reconocimiento de la marca en el mercado es algo muy valioso, y es difícil de lograr cuando le falta solidez a su composición. Si se cambia cada 6 meses de nombre, de colores, de logotipo, de tipografía… ¿Cómo sabrán los clientes que es la misma marca?
Las marcas se adaptan, pero no cambian de forma drástica en todos sus componentes. El rebranding no siempre consiste en algo tan radical, sino que se hacen los ajustes necesarios para lograr objetivos concretos de la empresa. Incluso las marcas reconocidas que han realizado grandes cambios lo hacen de forma paulatina, y cuando es necesario.
Para evitar esta inestabilidad, lo mejor es construir bases sólidas para la marca. Invertir en buenos elementos visuales y verbales, que sean flexibles y adaptables a diferentes contextos, es una de las mejores soluciones para este problema. Aquí radica la importancia de una buena asesoría de branding.
PLUS: ¡No tener una estrategia de marca!
El más peligroso de los males en una empresa, es no tener estrategias de branding para su marca. La utilidad que tiene el planear cómo actuar para conseguir los objetivos de posicionamiento que se proponen es incontable. No tener estrategia es como caminar sin rumbo: una inversión desperdiciada en tiempo, talento creativo y sobre todo, en dinero.
Para evitar lo más posible estos errores tan comunes, lo mejor es invertir desde el inicio en un buen asesoramiento de branding. En este se proponen cosas adecuadas a las necesidades y objetivos de la empresa, lo que permite minimizar varios riesgos a largo plazo. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que toda marca se puede reconstruir, así que estos errores también pueden ser resueltos. Lo mejor es siempre ponerse en las manos correctas, en caso de que esas no puedan ser las propias.