Admiro a la gente con fuerza de voluntad para mantenerse durante todo un año en el gimnasio, me parece fascinante la determinación con la que trabajan su cuerpo, la disciplina con la que establecen una rutina y la humildad con la que admiten que les falta “trabajar cierta parte”. Sí, aunque lo digan mientras se toman la novena selfie en la zona de pesas.
También me parece increíble la dedicación con la que un runner sale todos los días a enfrentarse a una ciudad sin más aliado que sus tennis, y así puedo seguir con ejemplos, pero no terminaría.
Es precisamente en estos días de enero en los que se aplica una frase que dice: Año nuevo, gimnasio lleno, pero ¿qué hay detrás de esto?
¿Se trata de mejorar o de negarte ser quien eres?
Por una parte, sin duda está el legítimo deseo que cada persona tiene por mejorar su salud y que aprovecha el año nuevo como un parteaguas en su vida sedentaria. Lo cual se aplaude por la fuerza de voluntad que requiere ese movimiento para salir del sofá.
Por otro lado, las agencias asignadas a las campañas publicitarias de los gimnasios se dedican a bombardear al target con anuncios que lo invitan a hacer ejercicio y activarse. Y, repito, sigue siendo una gran idea invitar a las personas a realizar actividad física.
Pero no comulgo con la culpa como parte de una estrategia publicitaria, en especial cuando se trata de tu aspecto físico y no precisamente de tu salud.
Por ejemplo, me parece súper creativo este anuncio de Oxygo Gym y es brillante el uso del insight, pero no termina de convencerme ridiculizar una situación que ya es delicada para muchos.
Vigorexia aspiracional
Por el otro lado, muchísimas más campañas publicitarias de gimnasios muestran cuerpos a los que es casi imposible aspirar sin el consumo de sustancias ilícitas o dejar por completo la vida como la conocemos y dedicarnos sólo a estar en el gimnasio y desayunar, comer y cenar batidos de proteínas.
Lo que encuentro de escandaloso en ciertos anuncios es la forma de mostrar la evolución del cuerpo como parte de algo exagerado.
Yo soy de la creencia de que hacer ejercicio debe ser divertido, pero la cara de un sujeto del que parece crucificado en un ejercicio de pecho con mancuernas me dice que es todo lo contrario.
Para cerrar, quiero compartir contigo “¡No vayas más al gimnasio!” una plática de Julian Rud que habla un poco sobre lo que acabo de decirte.